Las mujeres de pueblos originarios tienen múltiples luchas a las cuales se enfrentan día a día. Las warmikuna no solo se enfrentan a un sistema patriarcal externo (estatal), también a uno interno (hogar, comunidad, pueblo) que se ha arraigado por los mal llamados costumbres o tradiciones. Esta resistencia dentro y fuera del pueblo puede llegar a ser agotadora e incluso a veces ni tomada en cuenta. Aun así dentro de cada comunidad o pueblo surgen liderezas que a pesar de los obstáculos trabajan para la comunidad y especialmente para las mujeres. El que estén presentes y tengan una participación significa tener voz para tratar temas que usualmente los hombres no tratarían; pero esto desata toda una dinámica en la que muchas veces las dirigentas afrontan solas.
Mirando históricamente las warmikuna empezaron a participar visiblemente en la política comunitaria recientemente. Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña siendo las primeras que fueron reconocidas a nivel estatal y de pueblos. Su lucha fue principalmente por la educación; en varias ocasiones Dolores mencionaba la importancia de no solo educar a hombres sino a mujeres. Así mismo las dos hacían énfasis que las warmikuna y karikuna debían participar en la lucha del movimiento indígena. A partir de esto surgieron otras lideresas como Blanca Chancoso, Luiza Lozano, Lourdes Tiban, entre otras que también se enfocan en la participación de la mujer dentro de las organizaciones comunitarias. Pero más allá de las lideresas visibles o populares están las que son de comunidad y que enfrentan de manera más cotidiana el patriarcado. Aquí es donde surge la pregunta ¿Es fácil ser dirigenta en un pueblo originario?
En este sistema actual las mujeres sean o no sean de pueblos originarios se enfrentan a problemas dentro de la política, por varias razones. A raíz de esto debemos imaginar que las warmikuna se enfrentan al patriarcado en varios niveles como lo son: domésticos, comunitarios, públicos, estatales y muchos otros más. La líder Mariana de Jesús Chuma mencionaba que el machismo está inserto desde el hogar y que estos comportamientos se reproducen en las organizaciones. Ella mencionaba que se veía (y se ve aun) a las mujeres como personas de servicio, es decir para cocinar, alimentarlos, limpiar y otras cosas. Entonces participar en estos espacios requería una valentía, perspicacia y sobre todo de sinchi (fuerza). Fuerza ante los comentarios, miradas, prejuicios que no solo vienen de parte de los hombres sino de parte de sus compañeras. Si vamos más allá también podemos observar en varias ocasiones surge una lucha interna que una mujer tiene desde niña. Porque el crecer en un ambiente patriarcal donde el hombre es el que dirige a la familia y donde se cumplen estrictamente roles de género se crea un imaginario que construye a una mujer que normaliza esto. La lucha interna comienza cuando se empieza a cuestionar y decide ir poco a poco cambiando desde adentro para luego aportar a la comunidad desde su realidad que ve plasmada en muchas otras warmikuna. Entrar a espacios donde la mujer no es bien recibida es un obstáculo que muchas mujeres no logran pasar y desisten, aun así hay muchas que logran insertarse y hacerse escuchar. Como menciona Mariana de Jesus Chuma, antes era más difícil.Actualmente, se ha visto que las organizaciones son un poco más abiertas a la participación del género femenino. A pesar de esto personalmente considero que hay mucho trabajo que hacer y sobre todo que hay temas que no se tratan como la sexualidad, las diversidades sexo genéricas y la deconstrucción de la masculinidad. Las personas piensan que la educación nos liberará de estos prejuicios y estereotipos pero creo que una mezcla entre la revitalización de lo que es el pensamiento andino (kichwa) y la educación decolonial y des patriarcal sería la fórmula para que los pueblos originarios tengan mayor apertura a lo que ahora se considera diferente.
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