La violencia de género especialmente a las mujeres es un problema que incrementa día a día. En Ecuador las cifras son alarmantes. Una mujer es asesinada cada 72 horas y solo en el 2020 se registran 101 femicidios, de donde 15 eran mujeres menores de edad y 5 eran personas trans[2]. Las cifras cada año aumentan y muchas veces las mujeres asesinadas llegan a ser solo un número más o un caso sin resolver. En este contexto de lucha existe el feminismo como una perspectiva que exige igualdad en cuestión de derechos reconociendo que el sistema en el que habitamos es patriarcal. Así mismo surgen nuevas ramas de feminismos que aluden a múltiples voces, sentires y pensares, entre estos, está el feminismo comunitario. Por lo que consideramos importante tener voces de warmikuna de diferentes pueblos originarios que estén vinculadas con estos pensares.
Sara Fuentes
Kichwa Otavalo
Varias mujeres en nuestras comunidades no deseaban contraer matrimonio por el miedo a ser maltratadas por sus parejas como sus hermanas, vecinas y amigas. Esa realidad se fue normalizando a través de frases como “Aunque pegue o mate, marido es”. Aún abundan este tipo de consejos entre las conversaciones de mujeres adultas, las mismas que a su vez son escuchadas por las nuevas generaciones. El maltrato y el abuso de género son problemáticas que deben ser erradicadas de nuestras comunidades si deseamos tejer un mejor presente. Si decimos amar tanto a nuestra cultura, debemos también respetar principios como el de la complementariedad horizontal, donde hay ausencia de jerarquías y todos los géneros existen en armonía. Desde el feminismo comunitario, se busca rescatar estos valores en la vida real de las warmis, en lugar de dejarlo únicamente en meros discursos. Las estadísticas en el Ecuador nos muestran una realidad cruda y alarmante, donde cada número de feminicidio no es simplemente una cifra, sino una vida y un ser amado para alguien más. Ser ayllu[3], es también dejar de lado el individualismo y el “exageran mucho si a nadie le ha pasado en mi familia” y preocuparnos por las que si sufren de este tipo de violencia. Ser ayllu, significa aceptar que como sociedad hemos creado una cultura donde las mujeres han tenido que ser vistas como inferiores, desde pequeñas frases como “esas cosas solo son para hombres” o “lávale los platos a tu hermano, eres mujercita”.
Sammia Quisintuña
Kichwa Salasaka-Chibuleo
El ser warmi me ha permitido conocer dos mundos: el de mis ancestros y el occidental euro centrado. Esto me permitió ver desde dos puntos de vista al feminismo, por una parte este feminismo como una forma de empoderarme y reconocer que nos encontramos en una estructura que mantiene relaciones de dominacion de hombre a mujer y el otro que mete en una bolsa a todas las mujeres sin reconocer toda la diversidad de pensares y sentires que existen. Así empecé un largo recorrido y una discusión interna que gira alrededor de la pregunta ¿Cómo warmi puedo reconocerme feminista? Así inició la indagación de qué es feminismo, de dónde surgió, cuáles son sus objetivos; y aunque no coincidía con varios puntos decidí reconocerme como tal ya que en nuestras comunidades se vive y observa día a día esta desigualdad. Al seguir indagando encontré un feminismo que hablaba de las mujeres de pueblos originarios, a este le llaman: feminismo comunitario. Que nace desde las warmikuna de toda Latinoamérica. Lo especial es que trabaja desde la colectividad y reconoce las necesidades de las mujeres, entiende que nosotras tenemos otras luchas porque somos inseparables de la Pachamama. Aun así dentro de mi debate interno, no se si me podría reconocer como feminista comunitaria, porque considero que incluso la categoría feminismo ya condiciona un objetivo individualista pero debo reconocer que es con el que mas me identifico. Aun así, una cosa está clara: seguiré asistiendo a reuniones, marchas y todo tipo de evento donde el objetivo sea visibilizar la estructura opresora en la que vivimos las mujeres y especialmente las warmikuna.
Claudia Guamán
Kichwa Cañari
El tema alrededor del feminismo no es algo que está de moda como mucha gente lo dice. Más allá de la estadística de feminicidios y femicidios que a diario se ve en los medios, y qué decir de los casos que no se ven. Es el despertar de mi consciencia que me susurra y grita “esto no está bien” a las diversas actitudes machistas que de niña los normalizaba. En las zonas rurales, el machismo junto a diversas interseccionalidades que la mujer enfrenta está bastante invisibilizado y normalizado que las mismas mujeres somos quienes reproducimos y multiplicamos estas actitudes. Este tejido social que tanto nos cuesta desmembrar y deconstruir. Con miedo empiezo a hacer escuchar mi voz a los hombres de mi familia y comunidad que indiferentes y con burla me ven, con esperanza empiezo a cortar las generaciones de violencia desde mi familia, con esperanza sueño en una nueva masculinidad y con la misma esperanza me sumo a la colectividad. Porque nos levantamos más fuertes cuando nos levantamos juntxs.
[1] Mujeres en el sentido de reconocerse dentro de una filosofía andina. [2] Aldea, CEDHU, el taller de comunicación y mujer y la coordinadora de profesionales para la prevención de abusos. [3] Familia extendida
Comments